“Si la situación sigue así, es inevitable que el museo cierre dentro de poco”. Esa frase resume lo que puede suceder con el Museo de Arte del Tolima si no se soluciona la grave crisis financiera que enfrenta desde hace varios años.
Al menos, es lo que asegura Margaret Bonilla, la persona que ha estado al frente del Museo desde hace más de una década y quien ha sido la artífice de la evolución de este centro cultural, gracias a actividades como el Salón Tolimense de Fotografía, los talleres permanentes de dibujo y pintura, el Festival Andino de Cortometrajes, entre otros eventos.
Aunque estos últimos meses ha enfrentado la peor crisis desde su creación, debido a la falta de convenios con la Alcaldía de Ibagué y la Gobernación del Tolima, el MAT nunca estuvo al 100%. (Ver: “Los entes gubernamentales no reconocen la importancia del MAT”: Margareth Bonilla)
Retrocedamos al 2003, el año de su fundación. Varios de los artistas más importantes de la ciudad, como los maestros Darío Ortiz y Julio Cuitiva, querían un sitio donde se pudiera exhibir, educar, resguardar, conservar y, principalmente, restaurar las obras de la Pinacoteca departamental. Así, lograron que Guillermo Alfonso Jaramillo, quien se desempeñaba como gobernador del Tolima en esa época, financiara este proyecto.
Se definió que el lote aledaño a la Casa Mutis (propiedad de la Gobernación) sería el lugar para este museo. Se dispusieron $900.000 millones, un dinero que se adjudicó por medio de una convotaroria al arquitecto José Roberto Buenaventura, quien se encargó del diseño y la construcción de este espacio cultural.
Sin embargo, esta obra fue entregada solo en un 70%, pues el 30% restante se encontraba en obra gris y negra. “La zona exterior de los talleres y el parqueadero quedaron en obra negra, mientras que la taquilla, las reservas, los camerinos, la cafetería fueron entregadas en obras gris… No habían oficinas, equipos mobiliarios, ni siquiera una partida anual para su sostenimiento”, recordó Bonilla. Aún así, el MAT fue inagurado y abierto al público.
Bonilla considera que, a pesar de que la creación del museo siempre había sido un sueño y causaba una gran satisfacción a su alrededor, fue un proceso acelerado, con muchos vacíos que poco a poco fueron llevando a la situación actual. (Ver: Museo Antropológico de la UT, un espacio que lo invita a conocer el origen de los tolimenses)
Además de entregar la obra inconclusa, en 2005, cuando ya había pasado más de un año de la inauguración del museo, se dieron cuenta de que el pago de la energía nunca había sido saldado, un retraso que llevó al corte de este servicio.
“Nosotros creíamos que la Gobernación asumía el gasto del edificio, ya que era su propiedad, pero no, resulta que nos dijeron que nos correspondía a nosotros. Se debían $7.000.000 millones, no teníamos ese dinero. Pero, gracias a Leónidas López, rector de la Universidad de Ibagué en esa época, logramos que Enertolima nos permitiera cancelarla a plazos”, explicó la directora del museo. (Ver: Biblioteca Darío Echandía: Centro cultural de Ibagué)
Estos hechos, para esta fotógrafa de la Universidad del Tolima, demostraban el poco compromiso de la administración departamental, ya que “el museo nunca ha hecho parte de su presupuesto. Lo que hizo la Gobernación fue crear un comodato, una figura que se encargara del museo y que de esa forma se pudiera ampliar la posibilidad de convenios tanto del sector público y privado; por ello, surgió la Corporación Museo de Arte del Tolima”.
Es decir, con ello establecían que este espacio sobreviriría por convenios de privados y los que resultaran con la misma Gobernación o la Alcaldía, pero no haría parte del presupuesto anual como las otras dependencias de la entidad, a pesar de ser una.
Más y más inconsistencias
Cada uno de los arreglos que se han hecho en estos casi 15 años, como terminar las obras inconclusas que entregó la Gobernación o comprar el mobiliario de las oficinas, monitores para exposiciones, tanques de reserva, luces, cafetería fueron gracias a los recursos que giró el Ministerio de Cultura, o al dinero que dejaban algunas exposiciones, puesto que la respuesta que siempre recibe Margaret Bonilla por parte de la administración departamental, su principal garante, es “no hay plata, no hay plata”.
Bonilla asegura que lo único que reciben es el 10% de estampilla Procultura un gravamen establecido en el artículo 38 de la Ley General de Cultura (Ley 397 de 1997) para contribuir a la financiación del quehacer cultural en las diferentes regiones del país, gracias a una ordenanza que creó la Asamblea Departamental en 2008 para beneficiar al museo: “Gradualmente la Gobernación no nos volvió a dar un peso de ese presupuesto, sino que establecen convenios para darnos un dinero y pues, cuál es ese dinero, el de estampilla Procultura. Un dinero que es nuestro y que deberíamos manejar nosotros”, aclara.
En esta administración solo recibieron, en 2016, dos ingresos por estampilla Procultura a través de dos convenios, pero, desde ahí, no volvió a llegar ese dinero.
“En el año 2017, el museo debía recibir lo que le correspondía de estampilla Procultura y a la fecha no se sabe ni a donde fue a parar ese recurso”, añade. Por eso, en ese mismo año, decidió presentarse ante la Asamblea Departamental y mostrarles la ordenanza. Después de la plenaria, le informaron que había un recaudo para el MAT de aproximadamente $350.000 millones.
Sin embargo, recientemente, Bonilla supo que la Dirección de Cultura había informado que lo proyectado para el Museo eran $100.000 millones, muy por debajo de lo que se planteó en la Asamblea.
Lo que más le genera malestar y desilusión a Bonilla es que el gobernador Óscar Barreto, antes de posesionarse, la visitó en el Museo para asegurarle que los iba a apoyar en todo su mandato. Promesa que se quedó en el aire.
“El año pasado fui muchas veces a la Dirección de Cultura, solicité audiencias con el Gobernador, le mandé cartas, nunca me atendió, nunca me contestó… Hablé con asesores de él, con el secretario general, con todo el mundo, hasta que me cansé y dije qué hago acá, no va a suceder nada. No volví porque es irrespetuoso, mendigando algo que es un deber, un derecho”, puntualizó, ante el olvido sistemático de la Gobernación del Tolima.
“Desde la Alcaldía tampoco hay colaboración”
Aunque la principal responsabilidad prima sobre la Gobernación, ya que es la entidad fundadora del MAT, la administración municipal también podría brindarle ciertos convenios y recursos para su adecuado funcionamiento y más si se tiene en cuenta que el alcalde actual, Guillermo Alfonso Jaramillo, fue quien autorizó su construcción.
“Desde el año 2013, se presentó un proyecto para acceder a recursos del IVA. Estos proyectos se presentan por patrimonio y se envían al Ministerio de Cultura para su aval o no. Lo ganamos, un total de $78.000 millones, pero, por negligencia de la Secretaría de Cultura de la administración anterior, se perdió. La ministra de esa época reasignó el recurso y de nuevo se volvió a perder”, recuerda.
En esta administración volvieron a presentar el recurso para acceder a este dinero, ya pasaron más de dos años y a la fecha no les han dado respuesta.
“En este tipo de convenios, el dinero lo ponen la Gobernación y la Alcaldía, pero el manejo lo realiza esta segunda entidad, a través de su Secretaría de Cultura. De hecho, de ese dinero que la Alcaldía no ha querido desembolsar, ellos solo ponen $8.000 millones y el resto, que son $70.000 millones, la Gobernación”, sostuvo Bonilla.
De la alcaldía de Jaramillo, en sus tres años de mandanto, solo recibieron un convenio en 2016. Así que, desde hace casi dos años, su único sustento es la taquilla, los talleres que realizan y las exposiciones.
El MAT funciona con una sola empleada
Margaret Bonilla es directora, comunnity manager, representante legal del museo, entre otros cargos, porque es la única persona “contratada” desde hace más de seis meses. Bueno, además de los vigilantes, el único costo que asume la Gobernación, ya que es una obligación.
A finales de 2017, tuvo que sentarse con los cinco empleados con los que contaba para decirles que debía prescindir de sus servicios, sin mencionar que tuvo que llegar a un acuerdo con ellos porque se les debían varios sueldos, más la liquidación, la cual, a la fecha de hoy, no ha sido saldada.
“A pesar de los talleres y la boletería, el museo sigue generando gastos y cero ingresos, así que la situación se volvió caótica. El pequeño equipo lo sabía, me reuní con ellos y con toda la sinceridad del mundo les expliqué que no podíamos seguir adelante y de mutuo acuerdo se cancelaron los contratos el 30 de diciembre del año pasado”, narró.
Para los recorridos o el aseo del museo, Bonilla contrata personas por horas, sueldos que paga de su bolsillo, y no precisamente de su salario, porque, a la fecha, le deben una acumulado de más de $100.000 millones.
Es tanta la crisis que hace unos meses tuvo que hacer un avance con su tarjeta de crédito para pagar una deuda que tenían con la Dian, ya que, como representante legal, es la que asumiría los líos jurídicos con esta entidad de control.
Bonilla ha trabajado en posicionar el MAT con diferentes actividades y exposiciones que ya hacen parte de la agenda cultural anual de Ibagué. No le ha importado sacar de sus propios recursos para subsanar ciertos gastos del museo, incluso, sacrificar su tiempo libre para cubrir, además del trabajo extra en el centro cultural, su labor como docente en la Universidad del Tolima, pero después de 13 años al frente de este lugar, se siente agotada y quiere dar un paso al costado.
“Espero solucionar lo que más pueda la situación que enfrentamos y retirarme porque, si la situación económica del museo no mejora, va a cerrar muy pronto, y no veo que vaya a cambiar”, sostuvo.
El museo más importante para los tolimenses
Entre las muchas actividades que ofrece el MAT, se encuentran las exposiciones itinerantes y temporales de artistas plásticos y visuales locales, regionales, nacionales e internacionales. Entre las más destacadas se encuentran las de Fernando Botero, Negret, Grau, Vélez, Calderón, Ortiz Salazar, Leo Matiz, Débora Arango , Marina Curci, José María Mellado, Omar Rayo, Takashi Yukawa, Felipe Taborda y Dicken Castro.
También está el cineclub, el Festival Audiovisual, la biblioteca especializada en arte para consulta en sala y la reconocida producción de audiovisuales sobre artistas tolimenses, a través del DIDA (Departamento de Investigación y Desarrollo Audiovisual).
El centro cultural es el único espacio museístico de la región, el cual fue construido con todos los requerimientos de espacios expositivos y ajustado a los cánones internacionales de los museos. Gracias a él se ha generado una cultura de formación, además de haber abierto espacios de participación a los artistas tolimenses, colombianos y extranjeros, siendo uno de los museos de provincia más activos de Colombia.
No obstante, si no se toman las medidas necesarias por parte de los dirigentes, principalmente los departamentales, desaparecerá, junto con una importante porción de la historia artísitca y cultural del Tolima.
“El museo requiere un presupuesto fijo al año de la entidad dueña, en este caso, de la Gobernación del Tolima. Así como de las voluntades de entidades públicas y privadas. Al menos que miren cómo pueden pagar los servicios y quitarnos esa carga. El MAT es de todos”, concluye Bonilla.