Factores como la automedicación y la falta de rigurosidad en el tratamiento predisponen una mayor virulencia de algunas bacterias que han logrado adaptarse al tratamiento antibiótico.
“Se estima que en el 2050 se van a producir 10 millones anuales de muertes por este tipo de infecciones, y 8 por cáncer”, destacó Jesús Silva Sánchez, jefe del Grupo de Resistencia Bacteriana del Instituto Nacional de Salud Pública de México, en el marco de la programación académica para conmemorar los 30 años del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional de Colombia (Ibun).
“Antes de descubrir la penicilina, Alexander Fleming ya predecía el surgimiento de la resistencia bacteriana, la cual se puede dar a partir de factores como el tipo de antibiótico, el grupo específico de bacterias al que va dirigido, y el uso inapropiado, entre otros”, prosigue el experto.
Si a un paciente se le prescribe una dosis de antibiótico cada ocho horas, tiene que seguir la indicación al pie de la letra, puesto que si la concentración baja, la bacteria comienza a crecer, de tal manera que el medicamento termina por no generar ningún tipo de respuesta a su acción.
“Muchas veces resulta mejor usar medicamentos caseros que aquellos consumidos por otras personas para otros casos, y de los cuales se guardó un remanente”, explica el doctor Silva, pues las dosis nunca son las mismas y el tratamiento quedará incompleto.
Bacterias multirresistentes
De acuerdo con un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), bacterias como Acinetobacter y Pseudomonas, y varias enterobacteriáceas como Klebsiella, E. coli, Serratia y Proteus, pueden provocar infecciones graves y a menudo letales, como aquellas de la corriente sanguínea y neumonías.
De hecho, el informe prevé que este tipo de bacterias en particular han adquirido resistencia a un elevado número de antibióticos, como los carbapenémicos y las cefalosporinas de tercera generación, considerados los mejores antibióticos disponibles para tratar las denominadas “bacterias multirresistentes”.
“En esta lista también debemos incluir al Mycobacterium tuberculosis, causante del desarrollo de tuberculosis en pacientes con VIH y que se ha constituido en un problema mundial porque ha contribuido en gran medida a que la enfermedad se extienda por todo el mundo”, precisa el doctor Silva.
La prevención para que se desarrollen estas enfermedades suele estar asociada con el nivel económico de la región, y en tal sentido sobresalen los países escandinavos, gracias a que tienen un control muy estricto de las bacterias.
“Si la bacteria se identifica rápidamente se pueden tomar acciones para impedir su diseminación a otros lugares”, subraya el doctor Silva, para quien el uso de cualquier tipo de antibiótico siempre debe tener prescripción médica.
Combinación de antibióticos
“Pese a que cualquier persona puede portar estas bacterias, no desarrollan enfermedades si tienen alerta su sistema inmune. Sin embargo si al ingresar a un hospital a practicarse una cirugía el estado de sus defensas baja, las bacterias aprovechan la oportunidad y atacan”, prosigue el experto.
Aunque una bacteria puede ser inocua y no causar ningún daño a la persona o animal que la hospeda, la recombinación genética permite que adquiera genes que le confieran características de virulencia, además de la capacidad de adherirse, penetrar e infectar una célula.
Cuando el paciente contrae las bacterias el riesgo para su vida suele ser muy alto, pues algunas son resistentes a todo tipo de antibióticos; sin embargo aumentar la concentración del antibiótico en el lugar de la infección o realizar una combinación de antibióticos podría contribuir a un tratamiento eficaz.
No obstante, para el caso de enfermedades como la tuberculosis, cuyo esquema de tratamiento puede prolongarse hasta un año, se exige una mayor colaboración por parte del paciente, quien puede interrumpir el proceso porque debe ingerir distintos tipos de pastillas diariamente.
*Tomado de Unimedios