En Ibagué hay 2.095 tiendas registras y el 93 % reportó haber experimentado una baja en sus ventas con la llegada de tiendas como Ara, Justo & Bueno y el D1, según un sondeo de percepción realizado por Fenalco Tolima en febrero de este año. Por esta razón, es que el gremio vio la necesidad de implementar estrategias comerciales para competir con los precios bajos que presentan estas compañías.
Tal es el caso del tendero Ferney Álvarez, que hace dos años maneja una tienda en el barrio Belén junto a su esposa, y señala que la situación con este tipo de negocios es cada vez más complicada. Explica que ya no es suficiente con el gancho de vender productos menudiados como cigarrillos y huevos, y han tenido que cambiar toda su oferta.
Para no perder clientes, empezó a vender diferentes productos reempacados para así ofertarlos a los mismos precios de su competencia. El arroz, el jabón y el papel higiénico son algunos de los artículos que están ofreciendo de esta manera. (Ver: Tenderos de Ibagué amenazados por tiendas de descuento)
«Lo que he hecho es conseguir pacas grandes que vengan por 24 o 36 rollos, las desempaco y las envuelvo en papel vinipel y vendo el rollo a $1.000. Ellos allá le venden cuatro rollos por $4.000 y yo aquí se los vendo por unidad, entonces en ese tema me ha ido bien, porque la gente dice: ‘No, yo solo tengo los $1.000′», cuenta.
Además, ha tenido que buscar marcas más económicas para poder equiparar los precios de productos como los lácteos, que se encuentran muy baratos en las tiendas de descuento. Álvarez consiguió las bolsas de leche marcha Larga Vida, que le cuesta $900 y así la puede vender a $1.400 y competir con la leche de $1.500 que hay en los otros mercados.
Pero el mayor esfuerzo lo ha tenido que poner en su servicio. Él abre a las 6:15 de la mañana y cierra a las 10:00 de la noche para tener un horario extenso y ha cumple todos los caprichos de las clientes, para de alguna forma compensar la diferencia de precios.
«La mayoría de tiendas no lo ‘jonjolean’ tanto como uno, entonces por eso vienen acá. Que arrégleme la pechuga, que me véndame solo $1.000 de carne, que compran la papaya si se la pelamos. Todo eso es duro, pero a uno le toca», manifiesta.
Tenderos se preguntan por la diferencia de precios
«Me parece injusto por parte de las compañías, que ahora que están los supermercados grandes, pero hemos sido nosotros los que toda una vida los hemos respaldado y los que los hemos apoyado, y a ellos les dan esos precios tan bajos y a nosotros no», precisa Álvarez.
Como ejemplo de esta situación, explica que las toallas Kotex a ellos se las venden a $2.700 y que ese es el mismo precio al que se encuentran en las tiendas de descuento.
«Ahí es donde uno dice: ¿las empresas le están dando a ellos precios mucho más económicos que a nosotros? (…) A uno le gustaría saber de dónde traen esos productos, si realmente el Gobierno sí hace un seguimiento, porque es algo que a veces a uno la lógica no lo alcanza a comprender», se pregunta.
Y el problema no termina en los costos, porque Álvarez dice que siente que las instituciones oficiales son más exigentes con los controles que les aplican a las tiendas de barrio, que los que realizan a estos grandes almacenes.
«Si usted va a estos lugares, ellos tienen todo a nivel del piso, muy bajo. La Secretaría de Salud persigue a las tiendas y molestan porque uno no puede tener nada sobre el piso. Uno quisiera saber si para ellos también está la misma reglamentación», cuestiona.
Así lo dicho, Álvarez concluye que «antes era mucho mejor, más rentable. Se le podía encimar cosas a los clientes y ya hoy en día no, el tema de tienda cambió demasiado debido a esos supermercados que están acabando con la tienda».