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La primera llamada que recibió el abuelo de Mario Navarro por parte de una empresa de televentas fue para ofrecerle una aspiradora. Al principio se negó, no necesitaba de dicho producto; sin embargo, le insistieron tanto que al final accedió a pedirla.
A los días, cuando la aspiradora llegó a su casa, desde Bogotá, venía un producto más, uno que él no había encargado, inmediatamente llamó a reclamar, pero le aseguraron que sí lo había ordenado. No quiso discutir más y pagó el excedente. Todo continuó.
“El método de ellos es que venden un solo artículo, pero envían dos, afirman que también lo pidieron y confunden tanto a la persona que termina pagándolo”, afirma Navarro. Y efectivamente, así le pasó a su abuelo con otros productos, como un celular y unos audífonos, pidió uno sólo y llegaban otros más, teniendo que pagar el precio de todo.
No obstante, lo más grave llegó cuando le ofrecieron un viaje por una semana a Cartagena y Santa Marta. Antonio Navarro, el abuelo de Mario, pagó por una paquete completo y, a la hora del viaje, descubrió que la empresa solo había cancelado el hotel. Nadie le respondió.
Redondeando, Mario Navarro asegura que su abuelo, un jubilado del Ejército, perdió alrededor de $8 millones por cuenta de estas estafas telefónicas. Sólo se quedaron con la información de que estas cooperativas manejaban una base de datos con los pensionados de este gremio y por eso tenían sus datos.
Un fenómeno en ascenso
Y es que en varias ocasiones se ha registrado que los adultos mayores suelen ser víctimas de este tipo de cooperativas, dado que constituyen una parte importante de la economía de nuestro país, como es el caso de la población de pensionados, por ello resultan particularmente vulnerables a las diferentes formas de explotación y abuso.
Por esto, la Confederación de Cooperativas de Colombia (Confecoop) solicitó a la Superintendencia de Economía Solidaria y a la Fiscalía General de la Nación agilizar las investigaciones que se adelantan contra organizaciones que utilizan el nombre de cooperativas de manera fraudulenta para engañar a las personas que buscan un préstamo o una operación de carácter financiero.
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“Genera una enorme preocupación la utilización indebida del nombre cooperativo y el abuso que, en ocasiones puntuales, algunas personas dan a esta figura, generando un eventual riesgo reputacional sobre un sector”, afirmó Carlos Acero Sánchez, presiente de Confecoop.
Así que, para que no le suceda lo mismo que a Antonio Navarro, tenga en cuenta algunas recomendaciones que hacen las autoridades, como verificar que la entidad que le ofrece servicios financieros se encuentre en los listados oficiales de la Superintendencia Financiera, no aceptar invitaciones a obtener créditos a través de volantes u otros medios impresos entregados en la calle y cerciorarse que la entidad cumple con el marco normativo de una cooperativa auténtica.
Y, como dice Mario, “estar pendiente desde la casa sobre qué le ofrecen a nuestros adultos mayores, porque puede ser muy fácil hacerlos caer. Decirles que no crean en todo lo que les venden por teléfono, que consulten primero. Es bastante importante contarles sobre las modalidades que están usando, de cómo están estafando, porque llaman a ofrecer un millón de cosas”.
Aunque todo esto sucedió hace cuatro años y su abuelo no volvió a caer en estos mecanismos de estafa, llegando a cambiar hasta su número de teléfono, el año pasado lo volvieron a llamar para ofrecerle otra “ganga”.
