Es tradicional que los mandatarios y hombres públicos ante la crítica en sus actuaciones, endilguen en los críticos una supuesta persecución política o que son enemigos de la administracion, pero últimamente se ha agregado otro elemento: “la envidia”. Ante las dificultades que han tenido las obras de los Juegos Deportivos Nacionales, la Alcaldía de Ibagué se defiende de los críticos con ese pobre argumento.
Uno se pregunta: ¿envidia de qué o de quién? No creo que el exitoso asesor de los Juegos Deportivos Nacionales provoque ese sentimiento, más cuando su actuar se ha caracterizado por sus innumerables sanciones éticas, a lo largo y ancho del Departamento. No creo que exista alguien que envidie su desprestigio, su capacidad de gestión o la prevención del Gobierno Nacional con su gobierno. No.
Nuestro Alcalde, el señor Luis Hernando Rodríguez, otrora miembro del Partido Conservador, del Partido Liberal y en la actualidad, sin ideología política conocida, en una actitud para generar lastima, ha insistido que lo que ocurre en Ibagué es que los críticos le tienen envidia. Pero a decir verdad, si no fuera por los ‘críticos’, en Bogotá los Nule serían unos simples contratistas que cometieron errores y el carrusel de la contratación estaría girando infinitamente.
Si no fuera por ‘la envidia’ de los medios capitalinos, esos contratistas y los funcionarios públicos de la administración de Samuel Moreno estarían en la calle disfrutando los dineros que consiguieron de manera indebida.
Pues precisamente quienes se atreven o nos atrevemos a decir lo que en Ibagué está ocurriendo, que denunciamos públicamente o ante las “ias” -así se conviertan éstas en alcahuetas pasivas-, no lo hacemos para atravesarnos en la carreta ni por tener envidia de los corruptos, sino porque nos duele lo que está pasando en la ciudad. Hay muchos ciudadanos de bien, pero mirando para La Martinica. Muchos de ellos prefieren criticar en salones de onces que hacerlo como es el deber.
Se sabe que hay ciudadanos, agremiaciones y periodistas, que prefieren el silencio, que prefieren ser convidados de piedra frente a los “Mejores Juegos Nacionales de la Historia”, que no musitaron palabra ante las Licitaciones ganadas por los supuestos españoles. Tal vez ellos no son envidiosos sino que aman a Ibagué, como dicen en la administración.
Están las agremiaciones que se convirtieron en contratistas, veedores y aduladores de la administración para recibir las canonjías del poder efímero sin importarles la ciudad. Y está el periodismo, que con contadas excepciones, se dejaron comprar -no por contratar, porque ese es un derecho al trabajo- sino porque aceptaron callar a cambio del cariño de la administración.
Alcalde no es envidia, no intente tapar el sol con un dedo. Lo de los Juegos Deportivos Nacionales arrancó mal y seguramente terminará así, no por los críticos, sino por sus asesores, por sus subalternos, por sus contratistas y por su terquedad.
Usted invoca la fe, pero una cosa es la fe y otra la mitomanía. Nadie le cree que entregará unos la mayoría de los escenarios en 51 días (31 de octubre), y un patinódromo en 20 días (30 de septiembre).
No se engañe. Los críticos no son los que tienen el 75% de mala imagen, es usted. Los críticos no tienen que contratar más de $2.000 millones publicidad oficial para mejorar lo inmejorable. No, a los críticos les creen y a usted no. Eso tal vez, sí puede generarle envidia.